Fernando Reyes Matta

Sudamérica, nuestra plataforma hacia el mundo

Por: Fernando Reyes Matta | Publicado: Viernes 23 de mayo de 2014 a las 05:00 hrs.
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Al hablar de política exterior en el Mensaje, la presidenta Bachelet dijo: “Chile es un país con vocación de apertura al mundo, y el espacio privilegiado desde el que proyectamos nuestra política internacional es la región sudamericana. Seremos un activo protagonista de la política regional”. Frase breve, con trascendencia estratégica.

Lo primero es la ratificación del concepto de “apertura al mundo”, inscrito hoy en el consciente colectivo de los chilenos. Por allí seguiremos. En seis meses más la mandataria estará en el foro de APEC (esta vez en China), para continuar el diálogo con los líderes mundiales que son parte de ese mecanismo. Y en la coyuntura internacional actual aquello no es menor.

Lo otro es el “espacio privilegiado” desde donde actuar: allí emerge la opción por Sudamérica como plataforma para impulsar nuestra inserción internacional. ¿Qué podemos leer detrás de esta propuesta con perfiles de paradigma político? 
En primer lugar, como lo subrayó el canciller Heraldo Muñoz desde el comienzo de su gestión, a Chile le irá mucho mejor en los escenarios internacionales si actúa desde una región que sabe tener identidad, más allá de sus diferencias. Por eso, cuando invitó a los cancilleres de Brasil y Argentina a la reunión de ABAC (el mecanismo de los grandes empresarios para asesorar a los líderes en APEC) había un propósito: decir que Chile entendía su presencia en el Pacífico y el Asia siendo puente y no muro de aquellos grandes del Atlántico.

En otras palabras, en la Alianza del Pacífico, en APEC o en otros mecanismos similares actuar bajo el compromiso de interacción con todo el barrio geográfico. Aproximar la Alianza y Mercosur y no ponerlos en tensión, especialmente si aquella se entiende como un acuerdo comercial llamado a permitir la libre circulación de las personas, servicios, inversiones y bienes. Y esto cabe hacerlo con una estrategia multifacética. Lo dijo también la mandataria en el mensaje: “combinando lo político, lo económico, el comercio, la cultura y la cooperación para el desarrollo”.

No faltarán quienes digan: ¿no será un error tomar este entorno geográfico como nuestra plataforma de proyección al mundo? Los datos de la realidad son elocuentes: entre los diez primeros países de destino de las exportaciones de nuestras manufacturas, siete son de América Latina, especialmente sudamericanos; un informe de 2013 indicó que “las empresas chilenas invirtieron 
US$ 21.090 millones en el extranjero en 2012, lo que representó un nuevo récord, y concentraron su expansión en América del Sur, principalmente en el comercio minorista, la industria forestal y el transporte”. Y todos sabemos como la migración está reflejando esa presencia sudamericana entre nosotros, como no ocurrió nunca antes.

Pero a Sudamérica hay que mirarla con ojos estratégicos. Salir de la coyuntura y ver el largo plazo. Aquí se encuentra la más grande de las reservas de agua dulce en el mundo: el Acuífero Guaraní, el cual representa el 26% del agua dulce utilizable del planeta. A ello se suman los glaciares del sur. También están aquí las mayores reservas forestales de la Tierra, con 900 millones de hectáreas de bosques y selvas, tanto tropicales como templadas, generando una gran biodiversidad. América del Sur es fuente de oxígeno para el mundo. Todo ello junto a enormes riquezas en recursos minerales y energéticos -petróleo y gas- pesca, agricultura y pecuaria.

Somos doce países, con más de 400 millones de habitantes, de los cuales la mitad está en Brasil, seguido de Colombia, con 45 millones, y Argentina, con 42. Los índices generales muestran una disminución de la pobreza en la mayoría de los países, pero aún hay mucho por hacer. Y la integración reclama más carreteras, más integración energética, más intercambio científico y técnico, más siglo XXI.

Conclusión: necesitamos entender lo que significa ser de América del Sur y la importancia de estar desde aquí mirando hacia el Pacífico. Darnos cuenta de la oportunidad que ello representa para nuestro desarrollo e interacción con el mundo.

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